La idea era la de tomar río arriba, quería observar si en este, aguas arriba de la ciudad, había peces muertos.
Hasta hace dos meses, cuando por cuestiones laborales me había alejado de mis botes, sentía gran placer al ver gran cantidad de peces en todos los lugares que visitaba, llámese río u arroyo. Hoy siento una pena grande al verlos flotando o cubriendo las costas de nuestro río Gualeguaychú, y hasta en el Uruguay.
Al enterarme que el cabezón estaba pasando la noche del viernes en el arroyo El Bellaco en su barco junto a sus dos hijos mayores, Lucas y Santiago, decidí ir para ese lado, cambié totalmente el rumbo, pero este arroyo es muy bonito y la salida al majestuoso Uruguay siempre es un desafío, uno nunca sabe como te va a estar esperando, si planchado, como un aceite o muy movedizo, como queriendo sacarse todo lo que "camine en su lomo". Ayer estaba así..... muy inquieto, bastante viento y olas de mas o menos un metro.
Mi travesía comenzó a eso de las siete de la mañana cuando preparé el mate mientras iba cargando el kayak, Markopolo, y todos los elementos, pala, chaleco salvavidas, cabos, cubre cockpit, cámara fotográfica, GPS, handy, agua y un tapper en el que llevo los alimentos.
Aproximadamente a las y media estaba arrancando rumbo a un camping que está un par de km antes de la desembocadura del Gualeguaychú en el Uruguay. Al pasar por nuestra costanera me detuve para tomar un par de fotos, estaba saliendo el sol tras los árboles, y luego seguí. Llegué a puerto, bajé el kayak, cargué todo en el y zarpé, ya eran las ocho y cuarenta.
Aproximadamente a un km de ahí está el destacamento de Prefectura así que me detuve e hice el despacho correspondiente, como siempre muy amables, solo me preguntaron si regresaba en el día y si llevaba equipo de comunicación, a ambas cosas respondí que sí y solo me pidieron que al regresar les avisara.
De ahí tomé rumbo a la escollera que está ubicada en la desembocadura del Gchú. Ya ahí me empecé a dar cuenta de que la mano venía pesada. Cuando paré en costanera a tomar las fotos no había viento, eso me alegró, pensé, si hace frío no es nada, lo importante es que no haya viento en el Uruguay. Pues en el Uruguay sí había viento y bastante. Al ir saliendo por la escollera ya me empezó a sacudir el kayak con olas bastante importantes de proa, ahí pensé en la posibilidad de regresar e irme a dar una vuelta por el Gchú. y listo, pero dije "NO"hace poco me corrió el Uruguay con sus "inquietudes" esta vez no, deberá darme una paliza o lo domaré. Ademas le había dicho al cabezón que iría, (no me esperaba, al sentir el viento pensó que no me largaría, "NO LE TENÍA FE A ESTE GALLARDO NAVEGANTE", jejeje). La verdad que estuvo muy bueno, las olas eran de un metro mas o menos, el viento bastante fuerte y los tenía de través, así que fui navegando en zig zag hasta llegar a la desembocadura del Bellaco, eso de tener la ola netamente de babor no me gusta mucho, pues va constantemente exigiendo que te apoyes en la pala y muy concentrado para no volcar, el agua está muy fría, por lo que por momentos colocaba el bote a unos cuarenta y cinco grados respecto a las olas, recibiéndolas cruzadas desde proa y el tramo siguiente con las olas desde popa, (esto tampoco me gusta mucho pues no las puedo surfear, o soy demasiado choto remando o al ser mi bote tan grande y yo tan pesado no logro igualar la velocidad de estas para que me lleven, ademas con la pala de travesía no se logra gran empuje como para "picar delante de la ola"). Lo importante que llegué bien, sin problemas, muy conforme con mi desempeño sobre el bote y ni hablar del Markopolo, es un BUQUE, con olas de un metro, netamente de costado, viento importante y permitirme hacer maniobras sin volcar.... es una gran nave, muy estable, de regreso, ya con un poco menos de olas, pero igualmente bastante picado y también con vientos, hasta me dí el lujo de tomar algunas fotos del cielo y de nuestros "amigos" de la pastera.
Al entrar al arroyo les mandé un lindo sapucai pa´que vayan preparando el mate en el barco, y de paso liberar tensiones, (tirar el cagaso al aire). Unos metros arroyo arriba estaba el barco, al primero que vi fue a Lucas que andaba juntando unas ramas para encender una fogata, instantes después el cabezón asomaba la cabeza por una de las ventanillas, Santiago dormía muy tranquilamente. Subí directamente desde el kayak al barco y nos metimos en la cabina a tomar unos mates, la mañana estaba muy fea, nublado y con mucho viento, hacía frío, pero en la cabina estábamos muy cómodos y con el calor entregado por una de las hornallas del anafe se estaba muy bien.
Luego de los mates, bajamos a caminar unos metros en el monte hasta un pequeño brazo del arroyo, vimos que en el también había peces muertos, creo que el Uruguay con sus olas los empujaba hacia adentro. Cuando el cabezón estaba cargando todo para regresar llama Laura, y luego de hablar con Marcelo le pasa el cel. a Santiago para que hablara con su mamá, pero... al intentar apagarlo, chufffff. celular al agua... así que el cabezón se tuvo que poner en traje de Adán y tirarse a buscar dicho adminiculo el cual creo se le ahogó el maquinista. (no me putees, ya te destrozaran cosas mas importantes que un vil celular, jajajajja).
Luego se secarse y terminar de cargar todo zarpamos rumbo a puerto, había bajado un poco el viento y el río se había amansado un poquito.Yo no me preocupaba mucho pues de regreso tendría las olas de proa y esas son las que me gustan para navegar, el bote se eleva de proa y al bajar es pasado por encima por el agua y luego vuelve a superficie, es hermoso, ademas le das pala y avanza a toda velocidad y sin perder el rumbo.
Ya entrando en el Gchú. pasé por Prefectura, cerré el despacho y me dirigí a puerto, desembarqué y me subí al barco, a los gurises los había ido a buscar Laura, así que nos preparamos una sopa y mientras se hacía llegaron dos pescadores amigos en otro barco y nos quedamos charlando un rato mientras tomábamos la sopa y de postre unos churros con dulce de leche.
El resto fue cargar el kayak en mi auto y regresar a la ciudad.
Fue un lindo día, con mucha camaradería que terminó a la noche en una cena en casa del cabezón con pollo, arroz y hongos de los que se pueden comer dos veces, charla amena, despedida y a dormir.
Luego de casi dos meses, un lindo regreso al río, con mas de diecisiete km. de remo.
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