Generalmente salgo los sábados, pero como ayer debía trabajar en el stand de la empresa en la rural, salí hoy.
Como remaría por el Gualeguaychú, utilicé el Markopolo. Cargué casi todo, no muy temprano y salí, al llegar a la bajada junto al puente Méndez Casariego me dí cuenta de que había dejado el cubre cockpit, y se que este bote es muy bajo, por lo que con muy pocas olas ya entra agua y te moja las piernas, como ya lo había descargado, decidí salir igual, de ultima pensé, regreso y listo.
Tomé río abajo, estaba muy tranquilo aunque con un poco de viento, el que fue aumentando, lo tuve de frente, así que la corriente me ayudaba pero el viento no, igualmente se podía remar muy bien. Al llegar a la zona de Los Paraísos se intensificó, tanto que el río, que en esa parte es ancho se picó bastante, creo que nunca lo había visto con esas olas, que si bien no eran como las del Uruguay, se pusieron muy lindas, pero debía remar con tranquilidad, casi "en puntitas de pié" para que no se me entrara agua por falta de la pollera, igual me salpicó un poco.
El viento era muy intenso, me llevaba la pala y me empezó a dar un poco de frío, así que me acerqué a una playa antes de llegar a esa boya que está sobre la costa y saqué la campera Nitces que traía en el tambucho de popa, ademas al ser impermeable evitaba mojarme la parte superior del cuerpo. Seguí remando aguas abajo, pensaba llegar hasta el arroyo La Capilla y regresar a comer algo en la zona conocida como Los Paraísos, pero al pasar por ahí la playa estaba ocupada por unos pescadores, así que empecé a pensar en otro lugar, mientras seguía remando. Llegué a la desembocadura del arroyo y me interné en el, primero un poco y después seguí hasta donde está tapado por la vegetación.
Hace un tiempo atrás, en otro viaje, llegué hasta un lugar en que la vegetación se cerraba, en esa ocasión fuimos con Marcelo y Agustín, este último fue el encargado de pasar entre las ramas y explorar la zona para ver si era posible seguir, se encontró con un árbol cortando el arroyo y nos lo hizo saber, con lo que desistimos en esa oportunidad de seguir adelante y pegamos la vuelta. Hoy, debido a que el invierno ha sido muy frío, esas ramas han desaparecido en parte, por lo que me encontré con dicho árbol, un enorme tronco de eucalipto que está atravesado sobre el arroyo, inclusive se ve que lo utilizan de puente pues le han puesto un alambre doble sobre uno de los lados a modo de baranda, tensado con un golondrino.
Pude pasar por debajo de el y continuar un tramo mas, hasta donde ya se cierra la vegetación y se complica mucho pasar, mas cuando se navega en un bote de tanta longitud, lo que te dificulta dar la vuelta y maniobrar, ya este sector es ideal para el 430, este si es un kayak para realizar estos recorridos.
El viaje estuvo bueno igual, pude remar en medio de un cardúmen de sábalos pequeños, me encontré con muchos martín pescador, y varias aves mas. Aproveché para remar con la pala Weir multi propósito que fue la primera que compré, pues no lograba buena velocidad con la pala de travesía que es mas angosta.
El bote, Markopolo, como siempre se comporta muy bien y con esta pala responde mejor a los cambios de rumbo y desde ya, es mas rápido.
La pasé muy bien y me alegró ver tanta vida y no encontrar tantos peces muertos como en viajes anteriores, ahora ya quedan algunos esqueletos nada mas.
Según el GPS fueron 20,8 Km y duró el viaje 5 horas y 45 minutos. En este tiempo está incluido el que utilicé para comer.
Se nota lo cruel de este invierno pasado en la vegetación. Gracias a esto fue que logre llegar al tronco y pasarlo, mas al verano ya no es posible pues las ramas tapan el arroyo.
El esqueleto completo de un novillo enterrado casi totalmente en el barro.
Para poder fotografiar el cráneo debí descender pisando sobre parte de el.
Restos de un pez colgando de una rama, se los suele encontrar así al bajar el agua. Son peces que murieron en esta época pasada.
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