domingo, 3 de enero de 2010
¡¡¡El Chupamenta en el Uruguay!!!
Hoy sábado dos de enero de 2010 tiré por primera vez a El Chupamenta en el río Uruguay.
El puerto fué el Ñandubaisal y la derrota prevista la siguiente: Zarpar de la náutica del Ñandu, llegar a la Isla De Los Cañones por su extremo N-O, bajar por el Gualeguaychú, margen derecha junto a la costa de la Isla San Lorenzo hasta el extremo S-E, pasar por sobre la escollera entrando a la ensenada del Bellaco y buscar su desembocadura, entrar en el hasta donde se pueda, regresar a la ensenada y de ahí hasta el Ñandubaisal nuevamente.
La derrota la pude cumplir, de ida, había un poquito de oleaje, pero muy poco, como había zarpado sin ponerme repelente ni protector solar, descendí en La Isla De Los Cañones, estaba casi totalmente cubierta por el agua, pero el pedacito que quedaba seco está cubierto de arena y arboles y no daban ganas de seguir, estaba para quedarse a tomar unos mates y bituperar sobre la vida, que estres ni estres. Cuando seguí viaje se empezó a levantar algo de viento y olas, que fueron creciendo cuando navegaba por la ensenada del Bellaco, las tenía por la banda, así que me concentré para no sufrir ningun vuelco, el bote es nuevo y no se como reaccionaba aun, se portó muy bien, inclusive llegó a entrar alguna ola por la banda, por el costado del cockpit, pero nada importante, ademas hacía calor y el agua estaba espectacular, llevaba la pollera en el tambucho de proa, pero no valía la pena colocarsela.
Lo que queda del Markopolo navegando en un río con olas es: pierde el rumbo sin timón, se coloca facilmente de proa a las olas, con lo que se debe corregir constantemente el rumbo.
Viajando de proa a las olas y al viento es un espectáculo, va derechito, un placer navegarlo, con la ola de costado o de atras pierde el rumbo.
Esta semana sale de "Mis Talleres" el timón para poder navegarlo mas tranquilo sin tener que andar corrigiendo tanto con la pala, (en esta ocasión llevé la multipropósito, por si necesitaba apoyarme, no le tengo mucha fé aun a la de travesía) que es cansador y se gasta demasiada energía.
Una vez que llegué al Bellaco me metí en sus aguas, corrian un poquito, se ve que bajaban de los campos.
Lo espectacular fué poder entrar y no encontrar las tapias de la otra vez, en cambio si me encontré con la gratisima presencia de miles de pececitos que comian en la superficie y zambullían al pasar mi nave, toda una experiencia, ademas el arroyo esta hermoso, lleno de vida, limpio, el agua muy clara, realmente bello. No fué mucho lo que lo pude recorrer, pues en una curva me encontré con la tápia que lo cierra totalmente, luego regresé aguas abajo y sobre la margen izquierda está un braso que en teoria se uniría al San Lorenzo, entre en este braso, pero tambien está tapiado, igualmente salí dando gracias a Dios por el momento de placer vivido en esos arroyitos.
De ahí salí hacia la ensenada del Bellaco y, pensando que iba a tener baile con las olas y el viento, no, me equivoqué, el viento era muy suave y las olas muy pequeñas y de proa, asi que me limité a remar, pala y pala meditando, recordando y olvidando, como se hace en aguas abiertas cuando esta está tranquila.
Las fotos se las debo, Marie necesitaba la camara, asi que se la dejé a ella, desde ya..... nunca mas!!!
El puerto fué el Ñandubaisal y la derrota prevista la siguiente: Zarpar de la náutica del Ñandu, llegar a la Isla De Los Cañones por su extremo N-O, bajar por el Gualeguaychú, margen derecha junto a la costa de la Isla San Lorenzo hasta el extremo S-E, pasar por sobre la escollera entrando a la ensenada del Bellaco y buscar su desembocadura, entrar en el hasta donde se pueda, regresar a la ensenada y de ahí hasta el Ñandubaisal nuevamente.
La derrota la pude cumplir, de ida, había un poquito de oleaje, pero muy poco, como había zarpado sin ponerme repelente ni protector solar, descendí en La Isla De Los Cañones, estaba casi totalmente cubierta por el agua, pero el pedacito que quedaba seco está cubierto de arena y arboles y no daban ganas de seguir, estaba para quedarse a tomar unos mates y bituperar sobre la vida, que estres ni estres. Cuando seguí viaje se empezó a levantar algo de viento y olas, que fueron creciendo cuando navegaba por la ensenada del Bellaco, las tenía por la banda, así que me concentré para no sufrir ningun vuelco, el bote es nuevo y no se como reaccionaba aun, se portó muy bien, inclusive llegó a entrar alguna ola por la banda, por el costado del cockpit, pero nada importante, ademas hacía calor y el agua estaba espectacular, llevaba la pollera en el tambucho de proa, pero no valía la pena colocarsela.
Lo que queda del Markopolo navegando en un río con olas es: pierde el rumbo sin timón, se coloca facilmente de proa a las olas, con lo que se debe corregir constantemente el rumbo.
Viajando de proa a las olas y al viento es un espectáculo, va derechito, un placer navegarlo, con la ola de costado o de atras pierde el rumbo.
Esta semana sale de "Mis Talleres" el timón para poder navegarlo mas tranquilo sin tener que andar corrigiendo tanto con la pala, (en esta ocasión llevé la multipropósito, por si necesitaba apoyarme, no le tengo mucha fé aun a la de travesía) que es cansador y se gasta demasiada energía.
Una vez que llegué al Bellaco me metí en sus aguas, corrian un poquito, se ve que bajaban de los campos.
Lo espectacular fué poder entrar y no encontrar las tapias de la otra vez, en cambio si me encontré con la gratisima presencia de miles de pececitos que comian en la superficie y zambullían al pasar mi nave, toda una experiencia, ademas el arroyo esta hermoso, lleno de vida, limpio, el agua muy clara, realmente bello. No fué mucho lo que lo pude recorrer, pues en una curva me encontré con la tápia que lo cierra totalmente, luego regresé aguas abajo y sobre la margen izquierda está un braso que en teoria se uniría al San Lorenzo, entre en este braso, pero tambien está tapiado, igualmente salí dando gracias a Dios por el momento de placer vivido en esos arroyitos.
De ahí salí hacia la ensenada del Bellaco y, pensando que iba a tener baile con las olas y el viento, no, me equivoqué, el viento era muy suave y las olas muy pequeñas y de proa, asi que me limité a remar, pala y pala meditando, recordando y olvidando, como se hace en aguas abiertas cuando esta está tranquila.
Las fotos se las debo, Marie necesitaba la camara, asi que se la dejé a ella, desde ya..... nunca mas!!!
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