Zarpamos de Ñandubaisal y nos dirigimos rumbo al puente internacional.
Fueron casi treinta km, almorzamos en los bloques de hormigón que están uniendo algunos pares de columnas del puente, para desembarcar en ellos debimos trepar una distancia de aproximadamente medio metro.
El río está crecido y es muy difícil encontrar tierra firme.
De regreso nos detuvimos en la playita de las rayas y luego de descansar un rato seguimos viaje.
Se avecinaba una tormenta desde el oeste, por lo que apuramos la navegación para que no nos tome en medio del río.
El mismo viento del oeste nos regaló olas de proa de buena altura para navegarlas y hacer muy divertida nuestra remada.
En el Markopolo las olas pasaban por sobre la cubierta de proa, y eso hace que sea realmente hermoso remar bajo esas condiciones.
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